lunes, 4 de enero de 2010

SUPOSICIONES

Nos pasamos media vida suponiendo cosas de los demás, cayendo constantemente en la trampa que significa la no aceptación de sus diferencias, de sus particulares formas de ver y vivir su mundo, de sus diversas y a veces diametralmente opuestas formas de ser, pensar, actuar, etc.


Gran parte de la otra media vida la ocupamos con el intento, por todas las formas posibles y con miles de razonamientos, de justificar estas supociciones con infinidad de juicios, juzgamos todo y a todos constantemente, a veces conscientemente, a veces no.


No caemos en la cuenta, la mayoría de las veces, que cada vez que nos erigimos en jueces de algo o de alguien del que hemos supuesto cualquier situación, caemos en la tentación de emitir como consecuencia, juicios de valor, dictando seguidamente y sin compasión las "necesarias"sentencias, las cuales por supuesto, merecen que se les aplique las correspondientes condenas para así justificar delante de nuestra conciencia y la de los demás nuestra escondida intolerancia; y justificando así todo el proceso... ¡y nos quedamos tan anchos, tan satisfechos, tan egóicamente satisfechos!; ¡qué buenos somos, hemos contribuido al bienestar general eliminando de en medio eso que hemos supuesto pernicioso, y que según nuestro juicio debía ser eliminado y apartado!.


¿Es este un camino hacía la paz? , ¿qué soluciona el enfrentamiento egóico?,¿ justificar nuestra impotencia en el trabajo personal de lavar nuestra conciencia, nuestros propios conflictos personales, mezclándolos con el océano de los conflictos globales?


Creo plenamente, es " mi verdad", en la ley universal que dice que recogemos multiplicado todo lo que sembramos. Si vivimos en el conflicto, es porque previamente lo hemos sembrado en algún momento de nuestra vida, y viceversa. También creo que la corrección no está en el castigo si no , únicamente, en el perdón.


Sembramos conflictos, pensando así que aliviamos la carga de culpabilidad que llevamos a cuestas, suponiéndo con ello que haciéndola global y común, nos descargamos de ella. Es desde este prisma de visión, en el que nos sentimos culpables antes que simplemente responsables de nuestros propios conflictos, y viendo la paz interior como una inalcanzable utopía, reflejo de la imposible paz global de un mundo inmerso en un presunto y globalizado conflicto, enquistado en millones de juicios realizados en toda nuestra historia como humanos. Esto hace que veamos la paz interior como un fin inalcanzable, imaginación y producto de mentes débiles e influenciables...


Es mas fácil cargarse la paz, que hacer el esfuerzo personal de interiorización que requiere el perdonarse a uno mismo cualquier atisbo de culpabilidad. Es mas cómodo vivir de víctima de nuestra civilización, que vivir una realidad sin conflicto que empieza por la propia aceptación de nuestra responsabilidad en el mundo que vemos y creamos a nuestro alrededor.


Es mas sencillo asumir esta postura de víctima, aunque nos suma en mil conflictos, que la del camino de la aceptación de todos los demás, cada uno en su propia idiosincrasia, tal como son; incluso la no aceptación del propio momento personal que vivimos en el conflicto, nos hace imposible ver dicho momento como un paso mas que usa nuestra esencia en su constante aprendizaje como humano.


No somos humanos que hemos venido a aprender energía, somos energía que hemos venido a aprender humanidad.