lunes, 11 de mayo de 2009

AGUA FRESCA


Cuando obstinadamente nos refugiamos en el pasado, en otro instante ya vivido, sencillamente estamos reconociéndonos la dificultad de vivir el presente, como si fuera mas soportable vivir la melancolía y la pena de las escenas vividas o perdidas antes de afrontar el miedo, los miedos que nos parece atraer hacia nuestra vida el depositar nuestra atención en el futuro.


En este mirar atrás, sistemáticamente, uno a uno, segundo a segundo van pasando delante de nuestra atención distraida una infinita sucesión de presentes, provocándonos al menor atisbo del ahora, una sensación de estar perdiéndonos cosas, sensaciones, relaciones, emociones, experiencias; vivencias que en muchos de esos momentos no sabemos como retener ni disfrutar. Como cuando se nos escurre de nuestras manos si intentamos acaparar o retener el agua de una fuente, sin darnos cuenta que la pequeña cantidad que cabe en nuestra palma es simplemente el agua que necesitamos en ese instante, es mas que suficiente para calmar nuestra sed en ese preciso momento.


Caemos sistemáticamente en la trampa de ir al mas allá del aquí y el ahora, pensando y temiendo que en el momento siguiente, en un falso e inexistente futuro igual nos quedaremos con las manos vacías; procurando tras ese temor atesorar toda el agua que consigamos retener en nuestros pozos de incertidumbre, sin caer en la cuenta que todo líquidoestancado y reprimido pirvado de su natural discurrir acaba estropeado, pudriéndose y convirtiéndose en un perjuicio mas que en un beneficio, puesto que se le ha privado de su principal naturaleza, que no es mas que su fluir en libertad.


Bebamos el agua que ahora mismo quepa en nuestra mano, sintamos su frescura, seamos conscientes por una parte de su brevedad, y por otra de su inmensidad al tomar conciencia de la sucesión interminable de momentos potencialmente felices que estamos y podemos seguir disfrutando en nuestras respectivas sucesiones de presentes en que consiste nuestra existencia aquí como humanidad,... a pesar de nuestra común y persistente identificación con nuestro ego, con todo lo que pensamos.