lunes, 30 de marzo de 2009

EL CASTILLO


Hacer castillos trae consigo el riesgo que se nos caigan cualquier día, llevándose con ello todo lo que atesoramos durante años en su interior.
Arrastrando en su caída todo el miedo escondido con que fue erigido; todo el afán de poder que simbolizó su construcción; todo el orgullo crecido al mirar a los demás desde lo alto de sus murallas; todo lo atesorado con desmedida avaricia, sin importar como y de donde arrancábamos esas pertenencias.
Dejándonos desnudos de paredes, mientas se abren los grilletes que desconocíamos llevar puestos.
Que fácil es hacer castillos con esfuerzos de ajenos sometidos al miedo de las espadas que alimentan egos crecidos.

Los mas "precavidos" aun presumen altivez rondando por las campiñas con sus armaduras de cuerpo entero pegadas a su piel.
Pero no saben que las piedras también sienten, llegando el día que se rebelan a su alineamiento en el torreón... Que fácil es ver caer un castillo cuando una piedra de su base decide recuperar su origen.


Ya no se construyen castillos como los de antes, ya saben los nobles que de quien tienen que esconderse es de ellos mismos, de su fantasma interno...
La sabiduría empieza a llenar fosos destruyendo puentes levadizos.