domingo, 20 de diciembre de 2009

LA VERDAD



La verdad...
¿Qué verdad es la auténtica?, ¿la tuya, la suya, la nuestra, la de ellos, la mía,..?, ¿la del afamado filósofo, la del reputado teólogo, la de esta religión, la de esa otra?.

Todos nos creemos nuestra verdad como la real, defendiéndola ante las otras con uñas y dientes, convencidos que tenemos el poder de la razón que nos permite actuar de la manera que sea para defenderla. Nos atrincheramos, nos armamos de herramientas para convencer a los demás de nuestra razón, defendiéndola y enfrentándonos a quien sea, aunque sea a costa de desvirtuarla y pervertirla con infinidad de razonamientos mas o menos acertados.

Erigimos estados, naciones, regiones, ciudades, pueblos, barrios, banderas, fronteras, etc. con tal de neutralizar el ataque de los demás cuando nos intentan imponer sus verdades.

Qué fácil sería reconocer la verdad auténtica si no la intentáramos atesorar, ni racionalizar.Todos tenemos dentro una sabiduría, una paz, una luz, que no hay que buscar ni pelear por ella; ya es nuestra, siempre ha estado ahí. Solo hay que ir quitando las capas de opacidad, los velos de penumbra introducidos por los miedos y temores inculcados en nuestras domesticaciones sociales y familiares recibidas, así mismo con infinidad de ideas y pensamientos racionales y condicionados.

Descorrer estos velos hace que reluzca la verdad tal ha sido desde siempre; árduo trabajo este, ya que luchamos más que con los demás, con nosotros mismos, con nuestro aspecto egóico. Pues una vez conseguimos sentir la verdad, lo mas fácil es caer en la trampa de intentar atesorarla, blindarla con miles de ilusorias corazas, que lo único que consiguen es desvirtuarla.
Racionalmente, pasada por la mente ya no es la misma verdad, la hemos pervertido con todos los condicionantes que arrastramos desde nuestra infancia. Es igual, la consideramos nuestra, y por lo tanto totalmente defendible de las demás verdades restantes.

Por esta verdad individual, o colectiva si alguien ha conseguido imponerla a algún grupo, se lucha, se discute, se crean infinidad de conflictos, se generan enemistades irreconciliables, se llega a matar por defender ideales políticos o preceptos religiosos, se realizan verdaderas atrocidades desde siempre en nombre de la verdad, aún ahora.

Dicen que de los errores se aprende, ¿y si vamos al principio otra vez, y nos identificamos todos otra vez en la igualdad de nuestra esencia?... ¿cuántas falsas verdades nos ahorraríamos?, ¿cuántos conflictos dejarían de tener sentido?...

¿Sería otra utopía?, a veces me repito esta frase para aceptarla : Igual solo es una gota en un océano, pero el océano no será el mismo sin mi gota.

Yo empiezo por la mía, mi interior me dice que no necesito vender ni convencer a nadie de mi presunta verdad , convencido de lo que todos tenemos dentro: Paz.

sábado, 5 de diciembre de 2009

REUNIÓN DE GATOS, RATONES VIVOS


¡Qué alivio!, dicen los ratones del lugar, ¡que suerte que estos tontos gatos se hayan acostumbrado tanto a la dependencia humana que ya ni nos miran como deseados manjares!,¡qué descanso dejar de correr delante de ellos!. Los gatos no piensan, solo sienten que les es mas cómodo esperar la comida servida en un plato, que el sano pero cansado esfuerzo que significaba superar y saciar el hambre con su casi olvidada astucia felina.

Qué fácil es vivir dependiendo, sin esforzarse ni preocuparse lo mas mínimo del sustento, sabiendo que en esa actitud lo tienes presuntamente asegurado. Aunque sea a costa de dejar de ser gatos independientes, felinos cazadores por naturaleza, perdiendo con eso su fama entre los humanos de ser animales que no necesitan nada de nadie.

Hasta los fieros y agresivos leones se han acomodado a que las hembras de sus respectivas manadas, más ágiles y astutas, les cacen las presas para la comida diaria.

Así estamos la mayoría de los llamados (¿correctamente?, igual si) homo sapiens. Luchando por una presunta comodidad que creemos merecer, aún a costa de competir y acotar la de nuestro vecino con el que combatimos por todo; comodidad ésta que también se nos antoja necesaria para vivir nuestra existencia tal como los respectivos cánones de cada sociedad nos han inculcado, grabándonos así durante nuestras respectivas domesticaciones sufridas un sinfín de normas, imposiciones, creencias, preceptos, obligaciones, derechos, pecados, dogmas, etc. en nuestro disco duro, que es el cerebro. El cuál con nuestro conocimiento y consentimiento, o no, rige diariamente nuestras vidas, mientas nos sigamos identificando sólo con él.

¿Lo de sapiens será por lo sabios que nos creemos ser, o por lo sabios que no sabemos la mayoría que somos y hemos sido siempre, aún ahora?. A pesar de nuestra ignorancia.

Qué fácil es acomodarse y no ser nosotros mismos; es igual que seas gato o león, humano consciente o inconsciente.

Vivimos con la necesidad de ser de algo, nos creamos dependencías de todo y para todo, ya sea a nivel social, religioso, político, deportivo, vecinal; qué fácil es ser de algo, de una religión, de un partido, de un país, de una región, de una calle, de tal equipo de fútbol, de mil cosas mas que se nos ocurran. Todo vale antes de ser de uno mismo; interiorizar dentro y zambullirnos en nuestra esencia nos asusta casi tanto, no por el esfuerzo de voluntad que ello supone, si no mas bien y a la vez, por lo que creemos que supone asumir y exteriorizar en nuestras vivencias diarias tal esencia; ¡perderíamos todo lo que creíamos haber ganado delante de los demás,! ¡¡horror!!.

Es duro dejar de depender del mundo, de los demás, para pasar a ser uno mismo el responsable de tu existencia. Confundimos la necesaria solitud para conseguir ese propósito con la aterradora soledad, excusándonos en la necesidad del contacto con los demás con un no mirarnos en el espejo de nuestra esencia.

No es falta de sabiduría, es ignorancia de que ya la tenemos.

Me declaro torpe pero consciente buscador de mi esencia.

Intento ser cazador de mi subsistencia interna, en ello ando, como gato defendiéndose panza arriba.